Alquiber quiere hacer un homenaje a la mujer que marcó un hito en la historia del automóvil.
Parece ser que Karl Benz no tenía demasiada confianza en su invento, el Motorwagen, uno de los primeros vehículos impulsados por gasolina. En el intento de mejorar este triciclo motorizado, había gastado una gran parte de sus ahorros y de los de la familia de su mujer Bertha, quién sí que confiaba en la revolución que suponía el Motorwagen. Por ello, Bertha decidió tomar las riendas del asunto y demostrar a su marido que lo que tenía entre sus manos era un invento con potencial para cambiar el curso de la historia. Esta es la historia de Bertha Benz o cómo un viaje a ver a la abuela cambió la vida del ser humano.
El Motorwagen: un viaje inesperado
Era una calurosa mañana de agosto de 1888 cuando Bertha Benz despertó a sus dos hijos mayores, Eugen y Richard, proponiéndoles un viaje a casa de su abuela. La madre de Bertha vivía en Pforzheim, a 109 km de Mannheim, lugar de residencia de los Benz. Sin avisar a su marido Karl cogió el Motorwagen, que hasta ese momento sólo se había probado en recorridos de pocos metros, y con la ayuda de sus hijos lo empujó hasta fuera de la finca familiar. De esta forma, pudieron arrancar el vehículo sin despertar a Karl, el cual no se enteraría de las intenciones de su mujer hasta despertarse y leer la nota que ésta le había dejado.
Así, Bertha, Eugen y Richard partieron hacia Pforzheim decididos no a seguir la ruta más rápida o la más eficiente, sino a pasar por los pueblos que más les sonaban, lo que supuso un viaje más largo pero una maravillosa campaña de marketing para los vehículos Benz.
Bertha Benz, la mujer que cambió el día a día de las personas
El largo y accidentado camino
No fueron pocos los obstáculos a los que Bertha tuvo que enfrentarse, partiendo desde el más básico, el carburante. El Motorwagen tenía un depósito de tan sólo 4,5 litros y las estaciones de servicio no eran ni una idea en esa época… Pero Bertha era una mujer de recursos y, en una farmacia de Wiesloch, compró 10 litros del susodicho combustible, la bencina, derivado del petróleo utilizado en laboratorios. Hoy en día, esa farmacia luce con orgullo un cartel que la nombra primera gasolinera de la Historia.
El combustible no era el único problema. El Motorwagen consumía la friolera de 150 litros de agua cada 100 kilómetros, lo que obligó a Bertha, Eugen y Richard a parar en cada fuente que veían e incluso aprovechar algunos charcos del camino.
Bertha también hizo frente al cable de ignición pelado, el cual envolvió con una de sus ligas; una obstrucción en un conducto, que desatascó con una horquilla; la rotura de la cadena de transmisión, para cuyo arreglo tuvieron que acudir a un herrero; e incluso el desgaste de los frenos, problema que Bertha solventó acudiendo a varios zapateros para que le fabricasen unas fundas de cuero para los mismos… inventando así un primitivo prototipo de pastillas de freno.
Pero no todo podía solucionarse con apaños. La zona que Bertha y sus hijos debían cruzar tenía zonas montañosas y las dos velocidades y 2,5 caballos del Motorwagen no eran suficientes para subir las cuestas. Para ello, en muchas ocasiones tuvieron que bajarse del vehículo y empujarlo cuesta arriba. Incluso llegaron a pedir ayuda a los lugareños, que miraban la máquina entre maravillados y asustados.
El fin del viaje y el comienzo de la aventura
Tras 12 horas de viaje, lo cual en aquella época suponía una gran velocidad, Bertha y compañía llegaron a casa de la abuela, desde donde enviaron un telegrama al preocupado Karl: “Llegados sanos y salvos”.
Al día siguiente, tras un reconfortante sueño y unas horas en compañía de su madre, Bertha emprendió el viaje de vuelta junto con sus hijos. Pero, esta vez, eligieron una ruta más directa, por lo que pasaron por diferentes pueblos. En todos ellos produjeron un gran impacto, cosa que se reflejó posteriormente en las ventas de la compañía.
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Lo que se inició como una visita a la abuela terminó como una extraordinaria campaña de marketing, ya que atrajo la atención de la prensa y los ciudadanos de la zona. Así, la familia Benz comenzó a recibir pedidos y en pocos años se convirtió en la mayor empresa fabricante de vehículos a nivel mundial.
Ya lo dijo Karl Benz en sus memorias: “En aquellos días, cuando nuestro barco de la vida amenazaba con capotar, sólo una persona permaneció resueltamente a mi lado: mi esposa. Valientemente, ella desplegó las velas de la esperanza”. Bertha Benz ayudó a salir adelante un invento que cambió de forma permanente los hábitos de vida del ser humano. Gracias a ella, hoy los automóviles son el principal medio de transporte para miles de millones de personas.